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Sean bienvenidos

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Invitación y bienvenida

Hola amig@s, bienvenid@s a este lugar, "Seguir la Senda.Ventana abierta", un blog que da comienzo e inicia su andadura el 6 de Diciembre de 2010, y con el que sólo busco compartir con ustedes algo de mi inventiva, artículos que tengo recogidos desde hace años, y también todo aquello bonito e instructivo que encuentro en Google o que llega a mí desde la red, y sin ánimo de lucro.

Si alguno de ustedes comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia, o por el contrario quiere que sea retirado de inmediato, por favor, comuníquenmelo y lo haré en seguida y sin demora.

Doy las gracias a tod@s mis amig@s blogueros que me visitan desde todas partes del mundo y de los cuales siempre aprendo algo nuevo. ¡¡¡Gracias de todo corazón y Bienvenid@s !!!!

Si lo desean, bajo la cabecera de "Seguir la Senda", se encuentran unos títulos que pulsando o haciendo clic sobre cada uno de ellos pueden acceder directamente a la sección que les interese. De igual manera, haciendo lo mismo en cada una de las imágenes de la línea vertical al lado izquierdo del blog a partir de "Ventana abierta", pasando por todos, hasta "Galería de imágenes", les conduce también al objetivo escogido.

Espero que todos los artículos que publique en mi blog -y también el de ustedes si así lo desean- les sirva de ayuda, y si les apetece comenten qué les parece...

Mi ventana y mi puerta siempre estarán abiertas para tod@s aquell@s que quieran visitarme. Dios les bendiga continuamente y en gran manera.

Aquí les recibo a ustedes como se merecen, alrededor de la mesa y junto a esta agradable meriendita virtual.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.
No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad. Les saluda atentamente: Mª Ángeles Grueso (Angelita)

sábado, 6 de diciembre de 2025

RINCÓN PARA ORAR. "EL REINO DE LOS CIELOS ESTÁ CERCA, CONVERTIOS". Sábado, 6 - Diciembre - 2025

"Ventana abierta"

RINCÓN PARA ORAR


SOR MATILDE

EL REINO DE LOS CIELOS ESTÁ CERCA, CONVERTIOS

1 Por aquellos días aparece Juan el Bautista, proclamando en el desierto de Judea:

2 « Convertíos porque ha llegado el Reino de los Cielos. »

3 Este es aquél de quien habla el profeta Isaías cuando dice: Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas.

4 Tenía Juan su vestido hecho de pelos de camello, con un cinturón de cuero a sus lomos, y su comida eran langostas y miel silvestre.

5 Acudía entonces a él Jerusalén, toda Judea y toda la región del Jordán,

6 y eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados.

7 Pero viendo él venir muchos fariseos y saduceos al bautismo, les dijo: «Raza de víboras, ¿quién os ha enseñado a huir de la ira inminente?

8 Dad, pues, fruto digno de conversión,

9 y no creáis que basta con decir en vuestro interior: "Tenemos por padre a Abraham"; porque os digo que puede Dios de estas piedras dar hijos a Abraham.

10 Ya está el hacha puesta a la raíz de los árboles; y todo árbol que no dé buen fruto será cortado y arrojado al fuego.

11 Yo os bautizo en agua para conversión; pero aquel que viene detrás de mí es más fuerte que yo, y no soy digno de llevarle las sandalias. Él os bautizará en Espíritu Santo y fuego.

12 En su mano tiene el bieldo y va a limpiar su era: recogerá su trigo en el granero, pero la paja la quemará con fuego que no se apaga.» (Mt. 3, 1-12)

Este Adviento, por la gracia de Dios y la humildad y el hambre de nuestras almas, lo viviremos como si fuera la primera vez que el Señor nos invita a convertirnos a Él. Y, la tarea de convertirnos es porque “está cerca el Reino de Dios”. Ante Dios, que se nos ofrece con todo su amor y su gracia copiosísima, no procede otra postura que la “con-versión”: Verternos en Dios y dejar de verternos en las criaturas, buscando en ellas la felicidad duradera que sólo Dios puede darnos.

Y mirándonos “tan divididos” y no puros, porque todo hombre es pecador, sentimos un profundo desánimo: “¡yo no puedo!”. “¡Supera mi capacidad!”. “¡Es demasiado grande para mí!”: ¡Y, esto es verdad!

¿Quién creo que ha provocado en mi corazón esta humildad de raíz, sino el Espíritu Santo que no pierde cuidado de las almas porque son suyas? ¡Y es que, este paso, es el primero que se da para comenzar a convertirnos!

Y ya, puestos en posesión del Espíritu de conversión, no tenemos más que dejarnos a arrastrar por esa corriente de gracia que sentimos con gran atractivo, aunque, a veces, vaya quemando tanta escoria acumulada en nuestras almas, por el recuerdo penoso de nuestras infidelidades. ¡Pero, esto que nos sucede, es bueno, es gracia de Dios para nuestra vida que, sin casi haber hecho nada, se va adentrado en el Reino de Dios!

Juan Bautista esto es lo que predicaba; esto es lo que deseaba para los que iban a él arrepentidos y con el corazón contrito y humillado. Él lo había descubierto en su estancia en el desierto, tantos años en soledad y austeridad de vida que iba envuelta en oración continua. Dios, poco a poco, le enseñó este trato y cercanía con ÉI hasta descubrir que era el Precursor de Jesús, el Hombre a quien él venía a manifestar y, que ya estaba viviendo entre todos, aunque todavía ignorado.

Y, en su oración, descubrió que Éste era el “Cordero de Dios” que tenía la mansedumbre y humildad de Dios mismo. Y es el Cordero de Dios que anunció Isaías y que quita el pecado del mundo que, por ser el Cordero degollado, con su Sangre ha lavado todos nuestros pecados y nos ha devuelto la amistad con Dios.

¿Cómo no lo iba a desear Juan el Bautista con su voz en el desierto? Juan quería parecerse en todo a Cristo y, con su docilidad en manos del impío Herodes, anticipó la muerte de Jesús siendo realmente degollado y mezclando su sangre con la Preciosa de Jesús, el Hijo de Dios Humanado.

¡Señor, nosotros no podemos aspirar tan alto, aunque te amemos todo lo que dan nuestras fuerzas! ¡Él era un elegido especialmente y predestinado para una misión, pero “cualquiera del Reino de Dios es mayor que el” que dijo Jesús, porque, nosotros recibimos todo el sacrificio, Redentor de Cristo, y Juan sólo lo vio de lejos! ¡Danos Señor sabiduría para comprender y vivir estos Misterios! ¡Qué así sea! ¡Amén! ¡Amén!

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