"Ventana abierta"

Los cinco minutos del Espíritu Santo
Mons. Víctor Manuel Fernández
Es cierto que dentro de nosotros mismos hay cosas oscuras, viven rencores, tristezas, desilusiones, cansancios, egoísmos, vanidades, inclinaciones negativas que quieren arrastrarnos. Hay una atracción de la concupiscencia que nunca nos abandona del todo en esta vida.
Sin embargo, esa no es la única verdad. Porque dentro de nosotros también está el Espíritu Santo con sus impulsos, y él es más fuerte que las demás inclinaciones inconscientes que nos atraen. Si no fuera así, seriamos monstruos, sería imposible la vida en sociedad, y la humanidad habría desaparecido hace mucho.
Por eso, si queremos ser agradecidos con el Espíritu Santo, tenemos que detenernos a reconocer, valorar y agradecer las inclinaciones buenas que llevamos dentro.
Así, será posible que le permitamos a esa parte buena que llevamos dentro, que cure a la parte negativa.
Que esos brotes de alegría que tenemos en el corazón, se hagan fuertes, y acaricien la tristeza que nos amenaza, y la debiliten, y la sanen.
Con el Espíritu Santo podemos lograr que esa parte enojada que exige amor, se deje amar por esa otra parte que dentro de nosotros es capaz de dar amor.
Porque el Espíritu Santo también quiere amarnos y sanarnos a través de nosotros mismos; es decir, a través de esas cosas buenas que él mismo suscita en nuestra intimidad y que nosotros podemos aceptar y desarrollar.
Oración inspirada en la reflexión de Los Cinco Minutos del Espíritu Santo del 6 de diciembre
Hoy quiero detenerme y reconocer todo lo bueno que has sembrado en mi interior: esas inclinaciones al amor, a la alegría, a la generosidad y a la esperanza. Gracias por esos brotes de luz que acarician mis heridas y debilitan la tristeza, el enojo y el egoísmo que a veces me invaden.
Espíritu de vida, ayúdame a dejarme amar por ti, incluso en mis partes más frágiles y heridas. Dame la gracia de mirar dentro de mí con ojos de misericordia, para permitir que lo bueno cure lo que me daña, que tu amor restaure cada rincón de mi ser.
Haz que esos impulsos de bondad que tú inspiras crezcan y sanen mi alma, y que de mi corazón brote un amor verdadero, capaz de transformar tanto mi vida como la de quienes me rodean.
Espíritu
Santo, sigue guiándome con tu luz y tu paz. En ti confío, y a ti entrego mi
interior para que seas mi fuerza y mi salvación.
Amén".
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