"Ventana abierta"
Páginas
▼
martes, 30 de junio de 2020
HOY EL RETO DEL AMOR ES DARLE UNA VUELTA A TU VIDA. Martes, 30 - Junio - 2020
"Ventana abierta"
HOY EL RETO DEL AMOR ES
DARLE UNA VUELTA A TU VIDA
Hola, buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que
pases un feliz día.
QUÉ VUELTAS DA LA VIDA
Últimamente en nuestro trabajo venimos haciendo
rosarios, que luego personalizamos con camafeos en los padrenuestros.
Concretamente, el otro día estaba haciendo uno de madera
con cuerda. Y, para engarzar el camafeo, hacemos un nudo marinero corredizo,
para que quede bonito y bien ajustado. Es un nudo que, si se hace bien, es muy
seguro.
Para hacerlo hay que dar tres vueltas a la cuerda y
después meter la punta por el centro de las tres vueltas. Al final, cortar la
punta sobrante y, muy importante, remachar quemado la punta y pegándola al
borde, para que el nudo quede fijo.
Mientas repetía una y otra vez el nudo, me surgía la
pregunta: “¿Cuáles son las tres vueltas que me mantienen unida al Señor?”. Y
rápidamente me vinieron las tres: la oración, la confianza y el amor. Y, claro,
luego el sello del Espíritu, de manera que queme la punta del nudo y quede
sostenido.
Realmente es un nudo que se puede hacer con todas las
vueltas que quieras; sin embargo, esas tres son las fundamentales.
Y es que, cuando nos hemos encontrado con Cristo, la
escala de valores da un vuelco, pues la oración se vuelve fundamental, donde
volvemos a descansar en Él, a recobrar esa Paz, a agradecerle todo; la relación
se vuelve confianza, porque, con una persona por la que te has sentido amado
gratuitamente, tu corazón se abre y sabes que puedes confiar, y por esta
confianza hacia Él, Cristo nos va soltando el corazón para poder confiar en los
demás, y para poder vivir desde el amor, que es la tercera vuelta.
De pronto sientes que estás colgado de Él, que no
quieres perderle por nada, porque sabes que por tu cuenta ya lo has intentado y
no puedes. Ahora así, hecho uno con Él, tu vida se vuelve llena de valor.
Hoy el reto del amor es darle una vuelta a tu vida. ¿De
cuál de las tres sientes que tienes más necesidad para hoy? Pídele al Señor que
te regale experimentarlo en tu corazón, para que te sientas cada vez más unido
a Él. ¡Feliz día!
VIVE DE CRISTO
https://www.instagram.com/noviciadodominicaslerma/
https://www.facebook.com/Noviciado-Dominicas-Lerma-244473686123476
¡Feliz día!
©Producciones es El- Vive de Cristo (Dominicas Lerma)
Prohibido cualquier reproducción para uso comercial.
Sólo se permite un uso para actividades de evangelización
siempre que se publiquen sin ningún tipo de modificación.
https://www.instagram.com/noviciadodominicaslerma/
https://www.facebook.com/Noviciado-Dominicas-Lerma-244473686123476
http://dominicaslerma.es/
¡Feliz día!
©Producciones es El- Vive de Cristo (Dominicas Lerma)
Prohibido cualquier reproducción para uso comercial.
Sólo se permite un uso para actividades de evangelización
siempre que se publiquen sin ningún tipo de modificación.
REFLEXIÓN PARA EL MARTES DE LA DÉCIMO TERCERA SEMANA DEL T.O. (2) 30 - Junio - 2020
"Ventana abierta"
De la mano de María
Héctor L. Márquez
(Conferencista católico)
REFLEXIÓN PARA EL MARTES DE LA DÉCIMO TERCERA SEMANA DEL T.O. (2)
“¡Señor, sálvanos, que nos hundimos!”
Al final del pasaje que la liturgia nos
presenta para hoy como primera lectura (Am 3,1-8; 4,11-12), el profeta Amós nos
refiere a la historia de la destrucción de Sodoma y Gomorra y cómo a pesar de
ello, y de que salvó a Lot y los suyos de la catástrofe, el pueblo no se
convirtió, no escuchó la voz del Señor: “Os envié una catástrofe como la de
Sodoma y Gomorra, y fuisteis como tizón salvado del incendio, pero no os
convertisteis a mí –oráculo del Señor-”.
¡Cuántas veces nos ocurre que cuando Dios nos
libra de una catástrofe, no bien nos sentimos a salvo, se nos olvida lo
magnánimo que Él ha sido con nosotros, y a la menor provocación le
desobedecemos!
Se nos olvida a veces también que se nos ha
librado del mal, no necesariamente por nuestros propios méritos (tenemos la
tendencia a pensar que se nos libró de la catástrofe porque “nos lo
merecemos”), sino por los de aquellos que sí están en gracia de Dios y oran
constantemente por nosotros, como nuestros padres, cónyuges, hijos, familiares
y amigos. Ese fue el caso de Lot y su familia, a quienes Yahvé libró de la
catástrofe en consideración a su tío Abraham (Gn 19,29). Si Dios está con
nosotros, no hay calamidad de la que no podamos salvarnos, si esa es su
voluntad. Ese es el mensaje que nos trae la lectura evangélica de hoy (Mt
8,23-27).
Nos narra el pasaje que Jesús subió a una barca
y “sus discípulos lo siguieron”. Mientras navegaban por el lago de Galilea, se
desató una fuerte tormenta que amenazaba con hacer zozobrar la barca.
Recordemos que los discípulos eran marineros experimentados. Aun así, sintieron
miedo, pues se percataron de que sus habilidades habían llegado a su límite. A
todo esto, Jesús dormía plácidamente (¡Me encanta este simbolismo!).
Inmediatamente lo despertaron gritándole: “¡Señor, sálvanos, que nos hundimos!”
Jesús los regañó (¡otra vez!) y les dijo:
“¡Cobardes! ¡Qué poca fe!” Inmediatamente “se puso en pie, increpó a los
vientos y al lago, y vino una gran calma”.
Tres cosas queremos resaltar. Primero: Los
discípulos habían decidido “seguir” a Jesús; por tanto, Dios estaba con ellos.
Segundo: Jesús “dormía”. Tercero: Les flaqueó la fe.
Cuando nos embarcamos en la aventura del
“seguimiento” de Jesús, vamos a enfrentar muchas “tormentas”. Y cuando estamos
en medio de la tempestad, si no sentimos de inmediato la mano de Jesús, al
estar conscientes de nuestra incapacidad de enfrentar las olas y el viento por
nuestras propias fuerzas, nos desesperamos. Sentimos como si Él durmiera,
completamente ajeno a nuestra calamidad. Una vez más nuestra naturaleza humana
nos traiciona; nos dejamos apantallar por nuestra pequeñez, nuestra impotencia,
y se nos olvida su promesa (Cfr. Mt
28,20). “¿Dónde está Jesús?”. Es ahí cuando caemos de rodillas y clamamos:
“¡Señor, sálvanos, que nos hundimos!”
Entonces sentiremos el suave peso de la mano de
Jesús sobre nuestro hombro, y veremos su sonrisa mientras nos dice: ¿Dónde está
tu fe? ¿Se te olvida que te dije que iba a estar siempre a tu lado? Y la
tormenta se calmará…