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jueves, 30 de abril de 2020
NO PRESIONEN MÁS AL ARZOBISPO. Jueves, 30 - Abril - 2020
"Ventana abierta"
NO PRESIONEN MÁS AL ARZOBISPO
Manuel Enrique Figueroa
Hace unos días, mi querido y admirado amigo, el
periodista Carlos Navarro Antolín, en el Diario de Sevilla escribía un
artículo que llevaba por título “No presionen más al Arzobispo” y, espero que
no te importe Carlos que utilice para titular esta contribución al blog Iglesia
y Ecología tu frase de titular. Me hizo pensar el artículo. Pienso
cada día en D. Juan José Asenjo y su labor en estos tiempos que ya he
denominado, evocando al novelista, ya extinto, José Luís Martín Santos, tiempo
de silencio, un tiempo de tinieblas.
La labor de nuestro Arzobispo en estos tiempos,
con sombras y dudas, con incertidumbres, con esperanza y peligrosas
desesperanzas, es insustituible. Misa, oración y dialogo continuo con cientos
de personas facilitando fe, esperanza y amor son labores necesarias de un santo
en tiempos muy difíciles. Ha habido sufrimiento, y todavía hay, por
fallecimientos, por pérdida de trabajo, por distanciamiento de seres queridos.
Hay mucha incertidumbre de futuro.
Por ello la oración de Don Juan José Asenjo es
necesaria. Creemos en nuestra fe y sabemos su valor, el valor de la oración. En
un post anterior invitaba a los católicos a que rezaran, a modo de medicina espiritual
colectiva, tres veces al día un Padrenuestro y un Avemaría, oraciones preciadas
del Papa Francisco, a las que ha dedicado sendos libros. Lo sigo manteniendo y
también recuerdo a los seglares de Sevilla el inmenso poder del Santo Rosario a
nivel personal y colectivo.
No sabemos que nos deparará lo que los
políticos denominan la nueva normalidad, pero a mí por lo menos me
asusta el mundo que nos vamos a encontrar y cómo vamos a responder. ¿Qué matriz
ambiental tendremos a nivel local y global? ¿Será una matriz donde predomine a
biofilia sobre la necrofilia? Para ello la labor de D. Juan José Asenjo está
siendo y será primordial.
No presionen más al Arzobispo, decía Carlos Navarro Antolín. Desde su
serenidad beatífica, D. Juan José reza, trabaja de forma incansable, habla con
miles de personas, del mundo consagrado y no consagrado, con monasterios de
clausura, con parroquias, familias, sacerdotes, asociaciones, Hermandades y
Cofradías, y residencias de ancianos, un mundo que hemos descubierto olvidado y
descuidado antes y quizás durante la pandemia, llevando su ayuda de Padre a un
amplio colectivo, pidiendo su continua oración que esto acabe pronto.
No presionen al Arzobispo. Recuerdo aquí la soledad de Jesús en el Monte
de los Olivos, cargando con el mundo y su futuro necesitado de resurrección.
Don Juan José Asenjo, Arzobispo de Sevilla no está solo a distancia acompañado
por las miles de personas que piensan y rezan por su labor y sus intenciones.
Pero en estos tiempos si estamos un poco solos a veces, aunque sintamos los
creyentes la presencia de Dios inspirador, pero somos humanos. Decía Carlos
Navarro Antolín que nuestro Arzobispo recibía muchas llamadas pidiendo la
apertura de los centros y los cultos. Eso es presión para un Pastor que tiene
que velar por sus ovejas y también cumplir con el orden establecido. Según
parece en tiempos próximos se van a relajar las extremas medidas tomadas y
nuestras Iglesias volverán a abrir sus puertas. Veremos cómo es ese tiempo.
En un post anterior decía que quizás nuestra
propia Iglesia tiene que plantearse cosas para el futuro. No sé cuánto tiempo
se mantendrá la denominada distancia social. Quizás nuestros
actos religiosos ya no sean lo mismo. Quizás ya nos demos la paz en la Santa
Misa con una sonrisa. Quizás ya sea historia compartir con nuestros seres
queridos el agua bendita, qué tierna costumbre. Quizás perdamos algunas
cuestiones relativas a nuestra piedad popular, tan querida en Andalucía, como
besar imágenes y reliquias de forma colectiva o privada. No sé que nos traerá
la nueva realidad. Pero de los que si estoy seguro es de la
victoria de la fe, la esperanza y la caridad. El triunfo de la oración y de la
ayuda colectiva para el Bien Común. Y de los que estoy seguro es de la
necesidad de la oración de Don Juan José Asenjo, Arzobispo de Sevilla.
Recordémoslo y también recemos por él y sus intenciones.
Monseñor Asenjo agradece al voluntariado cristiano su “trabajo sobresaliente” durante la pandemia. Jueves, 30 - Abril - 2020
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Monseñor Asenjo agradece al
voluntariado cristiano su “trabajo sobresaliente” durante la pandemia
Nadie duda de que
Cáritas es hoy una de las organizaciones sociocaritativas más respetadas y
consolidadas de nuestro país. La ayuda y asistencia que esta institución
católica presta diariamente y de forma ininterrumpida a los más desfavorecidos
es innegable y admirable. Asimismo, otras entidades católicas como la Pastoral
Penitenciaria, las ONGs de los religiosos y religiosas o las Diputaciones de
Caridad de las Hermandades están demostrando durante esta pandemia que la
Iglesia está allí donde más la necesitan.
El Arzobispo de Sevilla, monseñor Asenjo, ha enviado una carta a
los voluntarios cristianos que hacen esto posible, agradeciéndoles su entrega
abnegada y animándoles a “seguir en la brecha”.
Después de enviar sendas
cartas a sacerdotes y religiosos, monjas contemplativas y seminaristas, en esta
ocasión monseñor Asenjo, también en nombre del Obispo auxiliar de la
Archidiócesis, ha hecho lo propio con un texto dedicado a los voluntarios
cristianos. “En estos días, me he acordado mucho de vosotros según me iban
llegando noticias de vuestro quehacer y de vuestro compromiso con los
necesitados”, escribe.
Don Juan José Asenjo reconoce
que “estamos viviendo semanas de muchísimo sufrimiento” y jornadas de miedo
“por nuestros ancianos, por los trabajadores que se quedan sin trabajo, por los
encarcelado y los que viven en la calle”. Al respecto, recuerda el mensaje del
papa Francisco del Domingo de Pascua, en el que invitaba a “no dejarnos llevar
por el egoísmo, sino a sentirnos como miembros de una única familia que se
sostienen mutuamente y que no dejan atrás a ninguno de los suyos”. Igualmente,
resalta la homilía del Pontífice pronunciada el Domingo de la Divina
Misericordia, en la que pedía “no consentir que nos golpee el peor de los
virus, el virus de la indiferencia”.
En esta línea, asegura el
Arzobispo, se mantienen los voluntarios cristianos, que creen que “en el mundo
globalizado no hay diferencias ni fronteras, todos somos iguales, frágiles e
igualmente valiosos”. Por ello, añade, “sois también conscientes de que el
futuro del mundo, que entre todos debemos construir, tiene que ser diferente,
el propio de quienes tienen idéntica dignidad como personas e hijos
de Dios”.
En su carta, monseñor Asenjo
destaca el “trabajo sobresaliente” de los voluntarios cristianos y les anima a
“seguir en la brecha”, pues “con el fin del aislamiento y la superación de la
epidemia, no va a acabar el sufrimiento de nuestro pueblo”. Asimismo, les insta
a ser “instrumentos humildes en las manos de Dios para aliviar el sufrimiento
del mundo”. “Con vuestro compromiso dais visibilidad a la misión samaritana de
la Iglesia. De forma casi silenciosa y anónima manifestáis de forma concreta y
palpable la ternura y la misericordia de Jesús, haciendo que la persona que
sufre se sienta amada”, refiere.
Finalmente, el Arzobispo
hispalense pone el acento en los empobrecidos, “los predilectos” de Jesús. Al
respecto, insiste a los voluntarios que “cuando servís a los necesitados,
servís al Señor. Cuando veis y tocáis a los pobres y enfermos estáis tocando la
carne de Cristo, tomando sobre vosotros el dolor de los que sufren”.
Consejos del Arzobispo
Monseñor Asenjo concluye su
carta ofreciendo una serie de consejos para estos voluntarios: “El primero es
que cuidéis la vida espiritual, en la que se templa nuestro servicio humilde y
gratuito. Sin una vida espiritual fuerte y vigorosa, sin la oración, la amistad
y la intimidad con el Señor, nuestro servicio a los pobres antes o después
terminará desvitalizándose o agostándose. El segundo es que cuidéis la genuina
identidad cristiana de Cáritas y de las demás instituciones en cuyo nombre
actuáis. No sois ONGs como las demás, sino instituciones urgidas por el amor de
Cristo (2 Cor 5,14). En este sentido, cuidad también la eclesialidad de vuestro
trabajo y la comunión con la Iglesia diocesana o parroquial”.
Y cierra su texto pidiendo a
Dios que “aliente y bendiga el compromiso fraterno” de tantos cristianos que
están ayudando a cumplir la “misión prioritaria de la Iglesia, que nunca debe
cansarse de ofrecer misericordia, estando siempre dispuesta a confortar y
servir”.
Arzobispo de Sevilla. JUEVES DE LA TERCERA SEMANA DE PASCUA. 30 - Abril - 2020
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Archidiócesis de Sevilla
JUEVES DE LA TERCERA SEMANA DE
PASCUA
En estos días de
Pascua estamos leyendo en el evangelio el discurso del Pan de Vida del capítulo
sexto del evangelio de san Juan, que Jesús pronuncia después de la
multiplicación de los panes y los peces. En él promete la institución de la
Eucaristía cuando nos dice: Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo: el que coma de este
pan vivirá para siempre. Y el pan que yo os daré es mi carne para la vida del
mundo.
En la noche de Jueves Santo el Señor instituye la
Eucaristía. La Iglesia no ha salido aún de su asombro, ni lo podrá hacer jamás,
al contemplar el misterio eucarístico. Sabe que nunca podrá narrar con palabras
ajustadas la grandeza del amor de Jesucristo que se nos entrega en el
sacramento de su cuerpo y de su sangre. La lengua humana ha tratado durante
veinte siglos de cantar el misterio “de la preciosa sangre y del precioso cuerpo”, aunque
siempre ha reconocido con humildad que sólo son balbuceos de gratitud y
reconocimiento.
En la Eucaristía se “contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, es decir, Cristo
mismo, nuestra Pascua” (PO 5); ella es el centro y culmen de
la vida cristiana, el sacramento de la presencia amorosa de Dios en el mundo.
En ella nos encontramos con Jesús, vivo, glorioso, resucitado, presente entre
nosotros de manera real y verdadera.
Las circunstancias no permiten que recibamos este
sacramento admirable. Dios quiera que pronto podamos recibir físicamente el
alimento de nuestras almas,
el pan que recrea y enamora, como escribiera bellamente san Juan de
la Cruz. Mientras llega ese momento, participamos fervorosamente en las
Eucaristías que nos ofrecen los medios de comunicación y lo recibimos
espiritualmente con nuestras comuniones espirituales llenas de fe y de amor.
+
Juan José Asenjo Pelegrina
Arzobispo
de Sevilla
HOY EL RETO DEL AMOR ES VOLVERTE NIÑO. Jueves, 30 - Abirl - 2020
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HOY EL RETO DEL AMOR ES
VOLVERTE NIÑO
Hola, buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que
pases un feliz día.
JUVENTUD ETERNA
Ayer, en el trabajo, una de las hermanas más mayores, a
media mañana, avisó de que había terminado la tarea que le habían encomendado.
Fui a preguntar a Lety.
-¿Y por qué no corta pulseras-detente?
Yo me quedé helada. Resulta que la cinta de las pulseras
viene en rollos muy largos, y hay que ir cortando cada pulsera con la medida.
El problema es que para ello se usa una máquina especial, una especie de
filamento que, al conectarse, se pone al rojo vivo: corta y sella a la vez. Es
fácil... pero te puedes quemar.
Observé con mil ojos mientras Lety le explicaba cómo
usarla. Le advertí un millón de veces que tuviera cuidado. Y, al cabo de un
rato...
-¡¡Hay que ver cómo me gusta esto!! -comentó esta
hermana entusiasmada- ¡Me hacía falta aprender un trabajo nuevo!
Admito que me asombró. Yo pensando que la novedad podía
asustarla, que se iba a sentir insegura... ¡y lo estaba disfrutando!
Lo cierto es que, en la oración, solo me salía pedirle
al Señor un corazón como el de esta hermana, abierto a la novedad. Sí porque,
al menos en teoría, me gustan las cosas nuevas, experimentar... pero todo con
límites. El “terreno conocido” me da mucha seguridad. En el fondo, saber qué
tengo que hacer, cómo tengo que hacerlo... tener todo controlado, me encanta.
A veces, por no perder la seguridad de lo conocido, nos
quedamos siempre haciendo lo mismo. Pero “quien siempre anda por el mismo
camino, nunca verá un paisaje distinto”...
Esta pandemia, sin embargo, nos ha empujado a todos a
una realidad diferente. Se dice que el corazón joven es aquel capaz de
entusiasmarse, de arriesgar, sea cual sea su edad. De Cristo resucitado se dice
que es el “Eterno Joven”, y es esa vitalidad la que quiere transmitirte.
Cristo está contigo, y Él quiere que nazcas de nuevo,
¡que tu corazón sea joven, sea de niño! ¿Sabes? En la Biblia, la frase “No
tengas miedo” aparece más de 365 veces. Eso significa que podemos aplicar una
cada día del año, ¡y aún sobra!
Hoy el reto del amor es volverte niño. Pídele al Señor
que, al menos un rato del día, puedas soltar tu corazón, ¡y disfrutar al máximo
lo que estás haciendo! Alégrate de poder compartir la mesa, de esa llamada...
Descubre al Señor en tu presente, ¡empieza un día nuevo! ¡Feliz día!
VIVE DE CRISTO
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miércoles, 29 de abril de 2020
Arzobispo de Sevilla. MIÉRCOLES DE LA TERCERA SEMANA DE PASCUA. 29 - Abril - 2020
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Archidiócesis de Sevilla
MIÉRCOLES DE LA TERCERA SEMANA DE
PASCUA
Decíamos ayer que el
recuerdo de nuestro bautismo en este tiempo de Pascua, eminentemente bautismal,
debe hacer brotar en nosotros un primer sentimiento: la gratitud al Señor que
permitió que naciéramos en un país cristiano y en el seno de una familia
cristiana, que en los primeros días de nuestra vida pidió para nosotros a la
Iglesia la gracia del bautismo. Una segunda actitud debe ser el gozo. Hemos de
recordar ese día transcendental en nuestra vida con una profunda alegría
interior.
Un tercer sentimiento debe ser la responsabilidad.
Todavía recuerdo con estremecimiento la pregunta valiente y vigorosa que el
Papa Juan Pablo II hizo a los franceses en 1979, con ocasión de su primer viaje
a Francia: “Francia,
¿qué has hecho de tu bautismo?”. Es la misma pregunta que en
este tiempo todos nos debemos formular en la intimidad de nuestros corazones:
¿Qué hemos hecho de nuestro bautismo? ¿El bautismo es algo vivo, actual, que
compromete mi vida de cada día o es el mero recuerdo de un suceso del pasado?
¿Vivo con confianza y alegría mi condición de hijo de Dios, Padre bueno y
providente, que se preocupa de mí y me mira con ternura? ¿Mi vida está
organizada como una respuesta a la alianza que sellé con el Señor en aquella
fecha memorable? ¿Soy consciente de que la gracia santificante es un tesoro que
debo cuidar cada día? ¿Cultivo la amistad y la intimidad con el Señor? ¿Vivo
con hondura la fraternidad, con la conciencia de que mis semejantes son también
hijos de Dios y hermanos míos? ¿Vivo con gratitud, con amor y con orgullo mi
pertenencia a la Iglesia, hogar cálido y mesa familiar que me acoge y acompaña
en mi vida de fe? Que el Señor nos conceda valentía para responder sinceramente
a estas preguntas.
+ Juan José Asenjo Pelegrina
Arzobispo de Sevilla
¿DÓNDE ESTÁ DIOS? Miércoles, 29 - Abril - 2020
"Ventana abierta"
Archidiócesisde Sevilla
¿DÓNDE ESTÁ DIOS?
Enrique Belloso Pérez
Enrique Belloso Pérez
En estos días que vivimos, donde parece que el futuro
está en el aire, muchos se han preguntado, ante esta situación de desconcierto
y confinamiento, de sufrimiento y dolor ¿Dónde está Dios? Esa misma pregunta se
la han hecho muchos a lo largo de la historia, cuando las guerras, las
pandemias asolaban la humanidad. Parece, como si la idea de qué Dios ha muerto
recobrara, de tiempo en tiempo, una cierta actualidad.
Seguro que el sevillano Miguel Mañara, en el tiempo que
le toco vivir en pleno siglo XVII, una época donde la peste, las inundaciones,
las sequías… trufaban la vida, se hizo en algún momento dicha pregunta. Él, sin
duda, también, le dio respuesta, y nos la dejó para siempre plasmada en el
portentoso retablo que preside el templo de su gran obra de misericordia con
Sevilla, el Hospital de la Santa Caridad. Allí se expresan, de una forma
original y bella, las tres virtudes teologales, puestas en acción, “creo”,
“amo” y “espero”.
En una sociedad líquida y poscristiana, encogida y
triste, como la nuestra en estos días, esa intuición evangélica de Mañara nos
da pistas sobre cómo podemos responder a esta desnuda pregunta ante nuestros
contemporáneos. Quienes creemos en Jesús, partimos de la realidad. Sin embargo,
el silencio de Dios es duro, y suscita dudas para muchos. Santa Teresa de
Jesús, nos ofrece la respuesta, “entre los pucheros anda Dios”, Dios está en
todas partes, Dios está en medio de nosotros…, entre nuestros hermanos y
hermanas que luchan contra un ser microscópico o lo sufren. Vivimos una
experiencial social nueva a escala global, es como si el planeta azul hubiera
borrado de un plumazo las fronteras y nos lanzara mensajes de auxilio continuamente.
Una de las pandemias invisibles de nuestro tiempo es la
soledad, pero nunca podríamos haber imaginado que tantas personas morirían
solas…, una soledad que es de ida y vuelta. Muchos también han descubierto que
la muerte existe, que no está entre bambalinas, envuelta en el papel de celofán
de un tabú. Vemos ahí el sufrimiento de los inocentes; que muchas veces no
hemos querido reconocer como los monos de Gibraltar, al taparnos la cara ante
los terribles dramas de aquellos que llegan a nuestras playas, se olvidan en el
mar o viven sin dignidad.
Entonces, ¿dónde está Dios? Él siempre nos sorprende,
nos espera donde no imaginábamos. Él está entre quienes sufren la pandemia,
entre quienes los cuidan, entre quienes oran, y entre aquellos que nos ayudan a
seguir adelante como sociedad. Ahí está Dios. Sabemos bien que la fe es un don
que hay que pedir, para que se trasforme en un “creo”. Que el amor nos
identifica con los últimos y hace que nos pongamos en camino, para que se
transforme en un “amo”. La esperanza nos da la fuerza para seguir adelante y se
transforma en un “espero”. Pero para que tengan vida tenemos que pasar
del singular al plural, de “yo” al “nosotros”, a la comunidad de vida donde
compartirlo y abrirnos a los demás. En ella nos sentimos a la vez vulnerables y
responsables los unos de los otros, como si todo dependiera de nosotros,
sabiendo que todo depende de Dios.
Ahora surge otra pregunta ¿Quién tiene que hacer
presente a Dios en medio de esta pandemia? La respuesta está muy clara, la Iglesia,
la comunidad eclesial, los que somos Iglesia. Pero para eso tiene que ocupar su
espacio en un entorno poco amable que tiende a enclaustrar la religión en el
ámbito privado. Y, sin embargo, nos toca a todos manifestar a la sociedad
española donde está Dios en esta pandemia. La Iglesia en España, está al pie
del cañón, a pesar de que muchos opinan que se la ha visto poco. Por un lado,
se ha respetado y cumplido la ley, por el otro, se ha provocado una ola de
solidaridad, para que nadie se quede atrás, sobre todo para responder ante
necesidades que no pueden esperar. La Iglesia sigue con su tarea en residencias
de mayores, colegios, hospitales, centros de acogida…, ahí está Cáritas y
tantas otras ONGs católicas. Los católicos, que también somos Iglesia, estamos
teletrabajando o en servicios esenciales, como uno más, junto a nuestras
familias, viviendo nuestra fe, comprometidos con el Evangelio y abiertos a los
demás.
Los templos están cerrados y no recibimos los
sacramentos, pero la Iglesia está abierta, sigue viva, hemos recuperado
nuestras Iglesias domésticas, cada casa una comunidad de vida y de fe. A pesar
del gran esfuerzo de los sacerdotes y de la vida consagrada por estar al
servicio de todos a través del mundo digital existen tensiones. Por ello, no
podemos quedarnos parados, lo anterior pasó, estamos en un momento nuevo, no
podemos dejar el Evangelio fuera de la sociedad. Hoy, como nos pide el Papa
Francisco, tenemos que ser más creativos, abriendo nuevos caminos, pero eso nos
exige ser uno, sumar y no dividir a la misma sociedad, buscando siempre el bien
común.
A pesar de las circunstancias, los creyentes tenemos
que estar alegres, es este un signo que nos tiene que distinguir. El Señor nos
da la fuerza para transformar la realidad, para seguir adelante. Necesitamos
manifestar la creatividad del cristiano, abriendo horizontes nuevos, con
inventiva, recuperando la memoria y preparando el futuro. Por eso tenemos que
prever y prepararnos para lo que vendrá después de la emergencia sanitaria, las
consecuencias económicas y sociales de la pandemia, como repetidamente nos ha
recordado nuestro Arzobispo. La Iglesia puede ser un punto de referencia seguro
ante este acontecimiento inesperado que estamos viviendo. Hay una necesidad de
coraje, de profecía, de unidad, como reiteradamente el Papa nos ha recordado,
que nos lleva a redescubrir que nuestro destino está unido al de los demás,
dando valor a las cosas que importan, siempre con la alegría del Evangelio.
Rincón para orar. YO SOY EL PAN DE VIDA. Miércoles, 29 - Abril - 2020
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Rincón para orar
Sor Matilde
YO SOY EL PAN DE VIDA
44 « Nadie puede venir a mí, si el Padre que
me ha enviado no lo atrae; y yo le resucitaré el último día.
45 Está escrito en los profetas: Serán todos enseñados por Dios. Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí.
46 No es que alguien haya visto al Padre; sino aquel que ha venido de Dios, ése ha visto al Padre.
47 En verdad, en verdad os digo: el que cree, tiene vida eterna.
48 Yo soy el pan de la vida.
49 Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron;
50 este es el pan que baja del cielo, para que quien lo coma no muera.
51 Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo. » (Jn. 6, 44-51)
45 Está escrito en los profetas: Serán todos enseñados por Dios. Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí.
46 No es que alguien haya visto al Padre; sino aquel que ha venido de Dios, ése ha visto al Padre.
47 En verdad, en verdad os digo: el que cree, tiene vida eterna.
48 Yo soy el pan de la vida.
49 Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron;
50 este es el pan que baja del cielo, para que quien lo coma no muera.
51 Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo. » (Jn. 6, 44-51)
Por mucho que miremos, meditemos y comamos
la Eucaristía, siempre seguirá siendo un misterio impenetrable… Pero esto no es
obstáculo para que acudamos al Pan de Vida, que es Jesús, y nos alimentemos de
Él… Su Palabra nos guía en este camino de fe y desea que en Ella perseveremos,
hasta dar fruto… ¿Y cuál es este fruto?: Pues “que creamos en el que el Padre
ha enviado”, porque se ha hecho hombre para regalarnos, a manos llenas, la vida
eterna… Y el camino para esta Vida verdadera es “el Pan que ha bajado del
cielo”. Y “pan” siempre nos suena a alimento… Pero éste no es cualquier pan, ni
su fin es para asimilar las cosas de este mundo… El Pan de Vida es el mismo
Jesús, que entrando en las almas amantes y creyentes, nos hace hijos de Dios y
hermanos suyos…
¿Quién pudiera haber ni soñado que un día
sería “hijo de Dios”?… ¡Sólo a la sencillez y a la mente de los niños se les
podía haber hecho realidad tan gran milagro!... De aquí que Jesús dijo: “Si no
os hacéis como niños, no entraréis en el Reino de los Cielos”… Ellos consideran
posible “todo”, con tal que se lo diga “su Papá Dios”, que lo sabe todo y lo ha
hecho todo y además “de la nada”… Ellos creen porque parten del amor y no de
los razonamientos. Su fe es sencilla, “sin inútiles indagaciones”, por ello, en
su simplicidad, arrebatan el Reino de Dios…
Y a ellos y a los que son como ellos, se les muestra la Hostia de pan blanco en la custodia y se les dice: “¡Ese es Jesús y está vivo y te escucha y te ama y está ahí para alimentar tu vida y para ir al cielo!”… ¡Y escuchan y se admiran y creen que eso es la verdad y viven de ello, porque estas cosas “se las ha revelado el Padre a la gente sencilla!”…
Y a ellos y a los que son como ellos, se les muestra la Hostia de pan blanco en la custodia y se les dice: “¡Ese es Jesús y está vivo y te escucha y te ama y está ahí para alimentar tu vida y para ir al cielo!”… ¡Y escuchan y se admiran y creen que eso es la verdad y viven de ello, porque estas cosas “se las ha revelado el Padre a la gente sencilla!”…
¡Jesús ha bajado del cielo, enviado por el
Padre, con este misterio de Amor entre sus manos y lo reparte a todos los que
tienen hambre y sed de santidad!… ¡Y puede repartirlo porque es Su Propio
Cuerpo y Su Propia Sangre, que ha entregado en la Cruz para rescatarnos del
pecado y de la muerte!…
¡Es el trofeo de todo Dios!... ¡Ha vencido a
las fuerzas del mal y victorioso quiere que nos sentemos junto a Él y sus
comensales: los santos y los justos, para celebrar las Bodas Eternas!…
¡Comamos pues de este Pan mientras vamos de
camino!... ¡Comámosle mientras nos alegramos y cantamos en nuestro caminar!...
¡Comamos y bebamos cuando el dolor, la enfermedad, la vejez y las dolencias de
la vida nos opriman!…
¡Sea este nuestro “manjar” con acción de
gracias a Dios por sus maravillas!...
¡Jesús Eucaristía es prenda segura de nuestra resurrección y de una vida feliz!…
¡Jesús Eucaristía es prenda segura de nuestra resurrección y de una vida feliz!…
HOY EL RETO DEL AMOR ES PARARTE QUINCE MINUTOS. Miércoles, 29 - Abril - 2020
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HOY EL RETO DEL AMOR ES
PARARTE QUINCE MINUTOS
Hola, buenos días, hoy Lety nos lleva al Señor. Que
pases un feliz día.
NO ES LO QUE PARECE
“No es lo que parece”. Esta expresión ayer me la dijeron
después de cocinar unas tortillas de patata. Ayer, de comida, me tocó hacer
tortillas, y la procuradora me dio la patata precocinada. Solo había que
pinchar el plástico, meterlo al microondas tres minutos, y ya estaba para
mezclarla con el huevo y hacer las tortillas.
La verdad es que las hicimos individuales y quedaron
preciosas. A la vista se veían bien, formadas, totalmente redondas, incluso un
poco doradas. Pero, al cortarlas para comerlas, la patata... notabas que no era
lo mismo, no era recien cortada. No es lo que parece.
La tortilla me ha llevado a orar la situación que
estamos viviendo. Llevamos ya muchos días donde nos ha cambiado la vida; muchas
cosas de las que hacíamos, ahora ya no podemos hacerlas, otras las hacemos,
pero de otra manera. Y me preguntaba: “Pero... ¿es lo mismo?”
Ahora no podemos vernos físicamente, ni darnos un
abrazo, pero quedamos la familia y nos vemos por videoconferencia. Pero, ¿es lo
mismo?
No podemos ir a una iglesia para orar o para el culto,
pero lo hacemos desde casa. Pero, ¿es lo mismo?
Tantas y tantas cosas que parecen que es lo mismo, pero
no lo es. Nunca una conversación de tú a tú se podrá sustituir por una webcam,
ni a una iglesia la sustituirá otro lugar, o tantas cosas...
Es un momento para hacer un alto en esta pandemia y cada
uno pensar y orar qué es lo que queremos, qué nos ha cambiado en estos días,
qué cosas las dejaremos cambiadas y por qué lucharemos para recuperarlas.
Porque hay muchas cosas que no son lo que parecen.
Jesús ya nos lo decía: velad y orad. Estad atentos a lo
que vais viviendo, discernid por lo que queréis luchar, porque hay cosas que no
pueden cambiar.
Hoy el reto del amor es pararte quince minutos. Ora qué
es lo que estás viviendo estos días, qué es lo que te da paz y qué es lo que te
la quita. Y lucha por lo que realmente tiene vida.
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martes, 28 de abril de 2020
Canción: "La Familia", de Pimpinela.
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Nos volveremos a reunir y festejar otra vez como siempre, cuando termine el confinamiento y el estado de alarma debido al riesgo de contagio por la pandemia del coronavirus.
Dios nos ayuda y está en medio de nosotros.
Arzobispo de Sevilla. MARTES DE LA TERCERA SEMANA DE PASCUA. 28 - Abril - 2020
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Archidiócesis de Sevilla
MARTES DE LA TERCERA SEMANA DE
PASCUA
La oración colecta de
la Eucaristía de hoy, en el corazón de la Pascua, tiempo eminentemente
bautismal, evoca la fecha de nuestro bautismo, el día más importante de nuestra
vida, aquella fecha magnífica que todos deberíamos conocer y celebrar más
incluso que el día de nuestro nacimiento físico. En aquel día fuimos
purificados del pecado original y lo que es más importante, fuimos consagrados
a la Santísima Trinidad, que vino a morar en nuestros corazones. En aquel día
memorable recibimos el don de la gracia santificante, el mayor tesoro que nos
es dado poseer en esta vida, que es la vida divina en nosotros, que nos permite
formar parte de la familia de Dios como hijos bien amados del Padre, hermanos
del Hijo y ungidos por el Espíritu.
En aquel día fuimos incorporados al misterio pascual de
Cristo muerto y resucitado, sacerdote, profeta y rey. Al mismo tiempo, al
incorporarnos a Cristo, cabeza del cuerpo místico, quedamos incorporados a la
Iglesia, la porción más valiosa de la humanidad, la iglesia de los mártires, de
los confesores, de las vírgenes, la Iglesia de los héroes y los santos, que han
dado la vida por Jesús y que nos estimulan con su ejemplo en nuestro caminar.
El recuerdo de nuestro bautismo en este tiempo pascual,
tiempo eminentemente bautismal, hace brotar en nosotros un primer sentimiento:
la gratitud al Señor que permitió que naciéramos en un país cristiano y en el
seno de una familia cristiana, que en los primeros días de nuestra vida pidió
para nosotros a la iglesia la gracia del bautismo y que nos inició en la fe.
Una segunda actitud es el gozo. Hemos de recordar este día transcendental en
nuestra vida con una profunda alegría interior.
+ Juan José Asenjo Pelegrina
Arzobispo de Sevilla