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lunes, 30 de septiembre de 2019
HOY EL RETO DEL AMOR ES BUSCAR UN DETALLE POSITIVO. Lunes, 30 - Septiembre - 2019
"Ventana abierta"
HOY EL RETO DEL AMOR ES
BUSCAR UN DETALLE POSITIVO
Hola, buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que
pases un feliz día.
LAS MONEDAS DEL POBRE
En una charla, el sacerdote compartió una anécdota:
Una señora le dio un donativo “para hacer algo especial
con algún pobre”. Él sonrió. ¡Sabía qué hacer!
Había tres pobres que solían estar por la parroquia.
Conversando con ellos, se había sorprendido al enterarse de que ninguno había
comido jamás en un restaurante. ¡Era la ocasión!
Les buscó y comenzaron a andar hacia un restaurante que
el cura conocía.
-Mejor no describo la cara del camarero... -decía el sacerdote- No se sabía si íbamos a comer o a atracar...
-Mejor no describo la cara del camarero... -decía el sacerdote- No se sabía si íbamos a comer o a atracar...
Al terminar, el cura descubrió que aún le sobraba
bastante dinero, así que lo repartió entre los tres hombres. Dos dieron las
gracias y se fueron. El tercero, en cambio, le pidió al camarero que si, por
favor, podía cambiarle ese billete por monedas.
Cuando, poco más tarde, el sacerdote y él llegaron a la
parroquia, el pobre ya no tenía ni un céntimo.
“¡¡Será posible!!”, pensé yo, “¿¿En qué rayos se lo ha
gastado?? Un tragaperras, seguro, ¡como si lo estuviese viendo...!”
Ajeno a mis pensamientos, el sacerdote continuó su
relato:
-Resulta que, en el camino de vuelta, este hombre fue dando una moneda a todos los pobres con que nos cruzamos, hasta que no le quedó ninguna. Por eso había cambiado el billete, ¡para poder repartirlo!
-Resulta que, en el camino de vuelta, este hombre fue dando una moneda a todos los pobres con que nos cruzamos, hasta que no le quedó ninguna. Por eso había cambiado el billete, ¡para poder repartirlo!
Ahora soy yo la que prefiere no describir mi cara...
Si antes había juzgado a ese hombre, ahora sólo podía
admirarle. Cuántas veces habría extendido la mano pidiendo una limosna, sin
recibir respuesta... y, en vez de resentirse, el día que tuvo ocasión, ¡quiso
dar respuesta a los que pedían como él!
¡Qué fácil resulta juzgar desde fuera! ¡Y qué fácil es
equivocarse! Aquel pobre, en cambio, no miraba desde arriba a los demás. Como
conocía lo que sentían, lo más especial que podía hacer ante la oportunidad de
un poco de dinero, fue compartirlo, fue dar la respuesta que tantos días a él
mismo le hubiese gustado recibir.
Sólo Cristo conoce la verdad de cada acción. Puede ser
que nosotros no veamos nada más que una pequeña parte, ¡y rara vez conoceremos
la historia entera! Por eso, mejor aceptar el consejo del salmo: “confía tu
juicio al Rey”...
¡Cristo nos invita a amar como Él, ser reflejo de su
Amor! Así pues, amemos, y dejemos que sea nuestro Rey quien juzgue las
acciones.
Hoy el reto del amor es buscar un detalle positivo.
Cuando te salga criticar a quien tienes a tu lado, ¡mira a Cristo! En este día,
deja el juicio en manos del Señor, y pídele que te dé Sus ojos para descubrir
una cosa buena en esa persona. ¡Déjate sorprender! ¡Feliz día!
VIVE DE CRISTO
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¡Feliz día!
domingo, 29 de septiembre de 2019
NO A LA IDOLATRÍA DEL DINERO. Domingo 29 - Septiembre - 2019
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NO A LA IDOLATRÍA DEL DINERO
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
"Nadie puede estar al servicio de dos amos. Porque despreciará a uno y
querrá al otro; o, al contrario, se dedicará al primero y no hará caso del
segundo. No podéis servir a Dios y al dinero.
Por eso os digo: No estéis
agobiados por la vida, pensando qué vais a comer o beber, ni por el cuerpo,
pensando con qué os vais a vestir. ¿No vale más la vida que el alimento, y el
cuerpo que el vestido? Mirad a los pájaros: ni siembran, ni siegan, ni
almacenan y, sin embargo, vuestro Padre celestial los alimenta. ¿No valéis
vosotros más que ellos?
¿Quién de vosotros, a fuerza de agobiarse,
podrá añadir una hora al tiempo de su vida? ¿Por qué os agobiáis por el
vestido? Fijaos cómo crecen los lirios del campo: ni trabajan ni hilan. Y os
digo que ni Salomón, en todo su fasto, estaba vestido como uno de ellos. Pues,
si a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se quema en el horno, Dios la
viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, gente de poca fe? No andéis
agobiados, pensando qué vais a comer, o qué vais a beber, o con qué os vais a
vestir. Los gentiles se afanan por esas cosas. Ya sabe vuestro Padre del cielo
que tenéis necesidad de todo eso. Sobre todo buscad el reino de Dios y su
justicia; lo demás se os dará por añadidura. Por tanto, no os agobiéis por el
mañana, porque el mañana traerá su propio agobio. A cada día le bastan sus
disgustos."
Comentarios: José Antonio Pagola.
EL Dinero, convertido
en ídolo absoluto, es para Jesús el mayor enemigo de ese mundo más digno, justo
y solidario que quiere Dios. Hace ya veinte siglos que el Profeta de Galilea
denunció de manera rotunda que el culto al Dinero será siempre el mayor obstáculo
que encontrará la Humanidad para progresar hacia una convivencia más humana.
La lógica de Jesús es
aplastante: “No podéis servir a Dios y al Dinero”. Dios no puede
reinar en el mundo y ser Padre de todos, sin reclamar justicia para los que son
excluidos de una vida digna. Por eso, no pueden trabajar por ese mundo más
humano querido por Dios los que, dominados por el ansia de acumular riqueza,
promueven una economía que excluye a los más débiles y los abandona en el
hambre y la miseria.
Es sorprendente lo
que está sucediendo con el Papa Francisco. Mientras los medios de comunicación
y las redes sociales que circulan por internet nos informan, con toda clase de
detalles, de los gestos más pequeños de su personalidad admirable, se oculta de
modo vergonzoso su grito más urgente a toda la Humanidad: “No a una economía de
la exclusión y la iniquidad. Esa
economía mata”.
Sin embargo,
Francisco no necesita largas argumentaciones ni profundos análisis para exponer
su pensamiento. Sabe resumir su indignación en palabras claras y expresivas que
podrían abrir el informativo de cualquier telediario, o ser titular de la
prensa en cualquier país. Solo algunos ejemplos.
“No puede ser que no
sea noticia que muera de frío un anciano en situación de la calle y que sí lo
sea la caída de dos puntos en la bolsa. Eso es exclusión. No se puede
tolerar que se tire comida cuando hay gente que pasa hambre. Eso es iniquidad”.
Vivimos “en la
dictadura de una economía sin rostro y sin un objetivo verdaderamente humano”.
Como consecuencia, “mientras las ganancias de unos pocos crecen
exponencialmente, las de la mayoría se quedan cada vez más lejos del bienestar
de esa minoría feliz”.
“La cultura del
bienestar nos anestesia, y perdemos la calma si el mercado ofrece algo que
todavía no hemos comprado, mientras todas esa vidas truncadas por falta de
posibilidades nos parecen un espectáculo que de ninguna manera nos altera”.
Como ha dicho él
mismo: “este mensaje no es marxismo sino Evangelio puro”. Un mensaje que tiene
que tener eco permanente en nuestras comunidades cristianas. Lo contrario
podría ser signo de lo que dice el Papa: “Nos estamos volviendo incapaces de
compadecernos de los clamores de los otros, ya no lloramos ante el drama de los
demás”.
Oración de Comunión Espiritual. Joornada Mundial de los migrantes y refugiados.Domingo, 29 - Septiembre - 2019
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La Eucaristía, estimados amigos y amigas, -debemos recordarlo siempre- es el banquete del Reino. La Eucaristía nos une con Cristo y es vínculo de unidad entre todos nosotros, en ella participamos realmente del Cuerpo y de la Sangre del Señor.
Por eso, ahora, cuantos amigos, as., seguís este blog, hacemos nuestra Comunión Espiritual, uniéndonos a todos los hermanos y hermanas del mundo, especialmente en esta Jornada Mundial de los Migrantes y de los Refugiados, que nos recuerda que no se trata sólo de migrantes.
"Señor, en esta mañana te damos gracias por todos los dones que nos has dado, y te pedimos que nos ayudes a tomar conciencia sincera de las necesidades de nuestros hermanos, porque a veces nuestras actividades consisten en tener y en acumular y, con frecuencia olvidamos que sólo Tú eres el Único necesario.
Y cuando cada día sales a nuestro encuentro, estamos tan abstraídos en nuestras preocupaciones que no percibimos tu presencia, porque Tú estás en medio de nosotros, en el hermano que sufre.
Tú, como el pobre Lázaro, llamas a nuestra puerta todos los días en cada hombre o mujer que tiene alguna necesidad, sea la que sea: de pan, de atención, de cariño, de escucha, y de la que nosotros no nos percatamos.
Somos parte de esta sociedad opulenta que vive con indiferencia las carencias de prójimo.
No permitas, Señor, que caigamos en ese paganismo de la indiferencia, que con voz profética denuncia el Papa, tu siervo Francisco.
Danos entrañas de misericordia para no ignorar nunca la voz del que sufre a nuestro lado".
Mensaje completo del Papa para la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado. Domingo, 29 - Septiembre - 2019
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Mensaje completo del Papa para la
Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado 2019
Alfa y Omega
No se trata sólo de migrantes
Queridos hermanos y
hermanas:
La fe nos asegura que el Reino de Dios está ya
misteriosamente presente en nuestra tierra (cf. CONC. ECUM. VAT. II, Const. Gaudium
et spes, 39); sin embargo, debemos constatar con dolor que también
hoy encuentra obstáculos y fuerzas contrarias. Conflictos violentos y
auténticas guerras no cesan de lacerar la humanidad; injusticias y
discriminaciones se suceden; es difícil superar los desequilibrios económicos y
sociales, tanto a nivel local como global. Y son los pobres y los
desfavorecidos quienes más sufren las consecuencias de esta situación.
Las sociedades económicamente más avanzadas desarrollan en su
seno la tendencia a un marcado individualismo que, combinado con la mentalidad
utilitarista y multiplicado por la red mediática, produce la “globalización de
la indiferencia”. En este escenario, las personas migrantes, refugiadas,
desplazadas y las víctimas de la trata, se han convertido en emblema de la
exclusión porque, además de soportar dificultades por su misma condición, con
frecuencia son objeto de juicios negativos, puesto que se las considera
responsables de los males sociales. La actitud hacia ellas constituye una señal
de alarma, que nos advierte de la decadencia moral a la que nos enfrentamos si
seguimos dando espacio a la cultura del descarte. De hecho, por esta senda,
cada sujeto que no responde a los cánones del bienestar físico, mental y
social, corre el riesgo de ser marginado y excluido.
Por esta razón, la presencia de los migrantes y de los
refugiados, como en general de las personas vulnerables, representa hoy en día
una invitación a recuperar algunas dimensiones esenciales de nuestra existencia
cristiana y de nuestra humanidad, que corren el riesgo de adormecerse con un
estilo de vida lleno de comodidades. Razón por la cual, «no se trata sólo de
migrantes» significa que al mostrar interés por ellos, nos interesamos también
por nosotros, por todos; que cuidando de ellos, todos crecemos; que
escuchándolos, también damos voz a esa parte de nosotros que quizás mantenemos
escondida porque hoy no está bien vista.
«¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!» (Mt 14,27). No
se trata sólo de migrantes, también se trata de nuestros miedos. La
maldad y la fealdad de nuestro tiempo acrecienta «nuestro miedo a los “otros”,
a los desconocidos, a los marginados, a los forasteros [...]. Y esto se nota
particularmente hoy en día, frente a la llegada de migrantes y refugiados que
llaman a nuestra puerta en busca de protección, seguridad y un futuro mejor. Es
verdad, el temor es legítimo, también porque falta preparación para este
encuentro» (Homilía, Sacrofano,
15 febrero 2019). El problema no es el hecho de tener dudas y sentir miedo. El
problema es cuando esas dudas y esos miedos condicionan nuestra forma de pensar
y de actuar hasta el punto de convertirnos en seres intolerantes, cerrados y
quizás, sin darnos cuenta, incluso racistas. El miedo nos priva así del deseo y
de la capacidad de encuentro con el otro, con aquel que es diferente; nos priva
de una oportunidad de encuentro con el Señor (cf. Homilía en la Concelebración
Eucarística de la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, 14
enero 2018).
«Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis?
¿No hacen lo mismo también los publicanos?» (Mt 5,46). No
se trata sólo de migrantes: se trata de la caridad. A través
de las obras de caridad mostramos nuestra fe (cf. St 2,18). Y la mayor
caridad es la que se ejerce con quienes no pueden corresponder y tal vez ni
siquiera dar gracias. «Lo que está en juego es el rostro que queremos darnos
como sociedad y el valor de cada vida [...]. El progreso de nuestros pueblos
[...] depende sobre todo de la capacidad de dejarse conmover por quien llama a
la puerta y con su mirada estigmatiza y depone a todos los falsos ídolos que
hipotecan y esclavizan la vida; ídolos que prometen una aparente y fugaz
felicidad, construida al margen de la realidad y del sufrimiento de los demás» (Discurso
en la Cáritas Diocesana de Rabat, 30 marzo 2019).
«Pero un samaritano que iba de viaje llegó adonde estaba él
y, al verlo, se compadeció» (Lc 10,33). No
se trata sólo de migrantes: se trata de nuestra humanidad. Lo
que mueve a ese samaritano, un extranjero para los judíos, a detenerse, es la
compasión, un sentimiento que no se puede explicar únicamente a nivel racional.
La compasión toca la fibra más sensible de nuestra humanidad, provocando un
apremiante impulso a “estar cerca” de quienes vemos en situación de dificultad.
Como Jesús mismo nos enseña (cf. Mt 9,35-36; 4
14,13-14; 15,32-37), sentir compasión significa reconocer el sufrimiento del
otro y pasar inmediatamente a la acción para aliviar, curar y salvar. Sentir
compasión significa dar espacio a la ternura que a menudo la sociedad actual
nos pide reprimir. «Abrirse a los demás no empobrece, sino que más bien
enriquece, porque ayuda a ser más humano: a reconocerse parte activa de un todo
más grande y a interpretar la vida como un regalo para los otros, a ver como
objetivo, no los propios intereses, sino el bien de la humanidad» (Discurso
en la Mezquita “Heydar Aliyev” de Bakú, Azerbaiyán, 2 octubre
2016).
«Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, porque os
digo que sus ángeles están viendo siempre en los cielos el rostro de mi Padre
celestial» (Mt 18,10). No
se trata sólo de migrantes: se trata de no excluir a nadie. El
mundo actual es cada día más elitista y cruel con los excluidos. Los países en
vías de desarrollo siguen agotando sus mejores recursos naturales y humanos en
beneficio de unos pocos mercados privilegiados. Las guerras afectan sólo a
algunas regiones del mundo; sin embargo, la fabricación de armas y su venta se
lleva a cabo en otras regiones, que luego no quieren hacerse cargo de los
refugiados que dichos conflictos generan.
Quienes padecen las consecuencias son
siempre los pequeños, los pobres, los más vulnerables, a quienes se les impide
sentarse a la mesa y se les deja sólo las “migajas” del banquete (cf. Lc 16,19-21).
La Iglesia «en salida [...] sabe tomar la iniciativa sin miedo, salir al
encuentro, buscar a los lejanos y llegar a los cruces de los caminos para invitar
a los excluidos» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 24).
El desarrollo exclusivista hace que los ricos sean más ricos y los pobres más
pobres. El auténtico desarrollo es aquel que pretende incluir a todos los
hombres y mujeres del mundo, promoviendo su crecimiento integral, y
preocupándose también por las generaciones futuras.
«El que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro
servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos» (Mc 10,43-44). No
se trata sólo de migrantes: se trata de poner a los últimos en primer
lugar. Jesucristo nos pide que no cedamos a la lógica del
mundo, que justifica el abusar de los demás para lograr nuestro beneficio
personal o el de nuestro grupo: ¡primero yo y luego los demás! En cambio, el
verdadero lema del cristiano es “¡primero los últimos!”. «Un espíritu
individualista es terreno fértil para que madure el sentido de indiferencia
hacia el prójimo, que lleva a tratarlo como puro objeto de compraventa, que
induce a desinteresarse de la humanidad de los demás y termina por hacer que
las personas sean pusilánimes y cínicas. ¿Acaso no son estas las actitudes que
frecuentemente asumimos frente a los pobres, los marginados o los últimos de la
sociedad? ¡Y cuántos últimos hay en nuestras sociedades! Entre estos, pienso sobre
todo en los emigrantes, con la carga de dificultades y sufrimientos que deben
soportar cada día en la búsqueda, a veces desesperada, de un lugar donde poder
vivir en paz y con dignidad» (Discurso ante el Cuerpo
Diplomático, 11 enero 2016). En la lógica del Evangelio, los
últimos son los primeros, y nosotros tenemos que ponernos a su servicio.
«Yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante» (Jn 10,10). No
se trata sólo de migrantes: se trata de la persona en su totalidad, de todas
las personas. En esta afirmación de Jesús encontramos el corazón de
su misión: hacer que todos reciban el don de la vida en plenitud, según la
voluntad del Padre. En cada actividad política, en cada programa, en cada
acción pastoral, debemos poner siempre en el centro a la persona, en sus
múltiples dimensiones, incluida la espiritual. Y esto se aplica a todas las
personas, a quienes debemos reconocer la igualdad fundamental. Por lo tanto,
«el desarrollo no se reduce al simple crecimiento económico. Para ser auténtico,
debe ser integral, es decir, promover a todos los hombres y a todo el hombre»
(S. PABLO VI, Carta enc. Populorum progressio, 14).
«Así pues, ya no sois extranjeros ni forasteros, sino
conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios» (Ef 2,19). No
se trata sólo de migrantes: se trata de construir la ciudad de Dios y del
hombre. En nuestra época, también llamada la era de las
migraciones, son muchas las personas inocentes víctimas del “gran engaño” del
desarrollo tecnológico y consumista sin límites (cf. Carta enc. Laudato
si’, 34). Y así, emprenden un viaje hacia un “paraíso” que
inexorablemente traiciona sus expectativas. Su presencia, a veces incómoda,
contribuye a disipar los mitos de un progreso reservado a unos pocos, pero
construido sobre la explotación de muchos. «Se trata, entonces, de que nosotros
seamos los primeros en verlo y así podamos ayudar a los otros a ver en el
emigrante y en el refugiado no sólo un problema que debe ser afrontado, sino un
hermano y una hermana que deben ser acogidos, respetados y amados, una ocasión
que la Providencia nos ofrece para contribuir a la construcción de una sociedad
más justa, una democracia más plena, un país más solidario, un mundo más
fraterno y una comunidad cristiana más abierta, de acuerdo con el Evangelio» (Mensaje
para la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado 2014).
Queridos hermanos y hermanas: La respuesta al desafío
planteado por las migraciones contemporáneas se puede resumir en cuatro verbos: acoger,
proteger, promover e integrar. Pero estos
verbos no se aplican sólo a los migrantes y a los refugiados. Expresan la
misión de la Iglesia en relación a todos los habitantes de las periferias
existenciales, que deben ser acogidos, protegidos, promovidos e integrados. Si
ponemos en práctica estos verbos, contribuimos a edificar la ciudad de Dios y
del hombre, promovemos el desarrollo humano integral de todas las personas y
también ayudamos a la comunidad mundial a acercarse a los objetivos de
desarrollo sostenible que ha establecido y que, de lo contrario, serán
difíciles de alcanzar.
Por lo tanto, no solamente está en juego la causa de los
migrantes, no se trata sólo de ellos, sino de todos nosotros, del presente y
del futuro de la familia humana. Los migrantes, y especialmente aquellos más
vulnerables, nos ayudan a leer los “signos de los tiempos”. A través de ellos,
el Señor nos llama a una conversión, a liberarnos de los exclusivismos, de la
indiferencia y de la cultura del descarte.
A través de ellos, el Señor nos
invita a reapropiarnos de nuestra vida cristiana en su totalidad y a
contribuir, cada uno según su propia vocación, a la construcción de un mundo
que responda cada vez más al plan de Dios.
Este es el deseo que acompaño con mi oración, invocando, por
intercesión de la Virgen María, Nuestra Señora del Camino, abundantes
bendiciones sobre todos los migrantes y los refugiados del mundo, y sobre
quienes se hacen sus compañeros de viaje.
Vaticano, 27 de mayo de 2019
Evangelio: San Lucas 16,19-31. Dijo Jesús a los fariseos: "Había un hombre rico que vestía de púrpura y lino, y banqueteaba espléndicamente cada día. Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico... 26ª Semana del T.O. Domingo, 29 - Septiembre - 2019
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Comentarios a la Palabra de Dios. DOMINGO XXVI (T. ORDINARIO) CICLO C LA VERDADERA SEGURIDAD. 29 - Septiembre - 2019
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Dominicas Lerma
Comentarios a la Palabra de Dios
DOMINGO XXVI (T.
ORDINARIO)
CICLO
C
LA
VERDADERA SEGURIDAD
Am. 6, 1a.4-7
1 ¡Ay de aquellos que se sienten
seguros en Sión, y de los confiados en la montaña de Samaria, 4 Acostados en
camas de marfil, arrellenados en sus lechos, comen corderos del rebaño y
becerros sacados del establo,
5 canturrean al son del arpa, se
inventan, como David, instrumentos de música,
6 beben vino en anchas copas, con los
mejores aceites se ungen, mas no se afligen por el desastre de José.
7 Por eso, ahora van a ir al
cautiverio a la cabeza de los cautivos y cesará la orgía de los sibaritas.
(v. 1)
- Se apostrofaron los profetas como Amós y de igual manera habló
después Jesús (Lc. 6, 24) “Ay de vosotros los ricos…” (Is. 5, 8-23( (Ha
2, 68).
(v. 1a) - Es
quizá una relectura propia de Judá (3, 1) (Os. 1, 7). “… seguros
en Sión”. Los confiados en la montaña de Samaría (Jr. 5,
12-13).
(v. 1b) - Estos
notables de Sión a los que va todo Israel para tributarles homenaje, pedir
consejo y reclamar justicia, estos “ricos” no velan, son “descuidados”,
“Los descuidados de Sión” (1a).
(v. 4-7) - Y va Amós
poniendo ante nuestros ojos su molicie y sibaritismo: “camas de marfil”
(3, 15); comidas opíparas; “cantos” para amenizar sus
fiestas, “inventando instrumentos para música” como David (Ne. 12, 36)
(I Cro. 23, 5); bebidas abundantes y ungüentos caros
para ungirse… ¡Ay de vosotros que “no os afligís por el futuro desastre del
reino de Israel”
- Todo se acabará en el
cautiverio y estas orgías serán como un sueño (Ap. 18, 14)
I Tim. 6, 11-16
11 Tú, en cambio, hombre de Dios,
huye de estas cosas; corre al alcance de la justicia, de la piedad, de la fe,
de la caridad, de la paciencia en el sufrimiento, de la dulzura.
12 Combate el buen combate de la fe,
conquista la vida eterna a la que has sido llamado y de la que hiciste aquella
solemne profesión delante de muchos testigos.
13 Te recomiendo en la presencia de
Dios que da vida a todas las cosas, y de Jesucristo, que ante Poncio Pilato
rindió tan solemne testimonio,
14 que conserves el mandato sin tacha
ni culpa hasta la Manifestación de nuestro Señor Jesucristo,
15 Manifestación que a su debido
tiempo hará ostensible el Bienaventurado y único Soberano, el Rey de los reyes
y el Señor de los señores,
16 el único que posee Inmortalidad,
que habita en una luz inaccesible, a quien no ha visto ningún ser humano ni le
puede ver. A él el honor y el poder por siempre. Amén.
(v. 11) - El
Apóstol exhorta solemnemente a Timoteo y se dirige a él
llamándole “hombre de Dios”, no sólo porque como cristiano es siervo de
Dios y está al lado de Dios, sino porque como los profetas del Antiguo
Testamento mantiene una relación muy estrecha con Dios, a quien ha consagrado
toda su vida por su vocación. Como no puede servir a dos señores, debe huir del
vicio de este mundo: la codicia (Mt. 6, 24; I Tim. 6, 9-10).
Como en una competición ha de tender a otra meta: a las virtudes que se ordenan
a su relación con Dios: “piedad” y con los demás hombres: “justicia”,
a las virtudes fundamentales cristianas: “fe, caridad, paciencia y
mansedumbre” que soporta los pecados y deficiencias de los hermanos. Esta
es la plenitud del hombre interior en todas las virtudes humanas y cristianas.
(v. 12) - La vida
cristiana es un glorioso “combate” que se lleva adelante con la
virtud de la fe (I Cor. 9, 26s; Fp. 1, 30), Su premio es “la
vida eterna”. Dios en su benevolencia ha llamado a esto a Timoteo y él ha
respondido haciendo una “hermosa confesión de fe” ante muchos testigos.
No se puede determinar cuando la hizo, si el día de su bautismo,
que en los primeros tiempos se hacía solemnemente y el bautizado profesaba la
vida eterna o el día de su consagración como presbítero (4,
14; II Tim. 2, 2).
(v. 13) - En forma
solemne, como un conjuro, Pablo se dirige a su representante y pone
como testigo a Dios, como creador y salvador de la vida natural y
sobrenatural y a Jesucristo que bajo Poncio Pilato (su mención
refuerza el tono “oficial” de este testimonio de fe ante los
perseguidores o en el bautismo), con su sufrimiento y muerte en cruz dio
testimonio glorioso de que era el Mesías e Hijo de Dios.
(v. 14) - Timoteo “sin
marcha e irreprensible” ha de “guardar el mandamiento”, la fe
cristiana hasta la llegada de Jesucristo en su segunda venida. Aparición regia,
súbita y próxima de Jesís. Este es el gran deseo del corazón de Pablo para
Timoteo.
(v. 15-16)-Sólo Dios conoce el “debido
tiempo” de este advenimiento. Y termina la exhortación con una alabanza
hímnica a Dios. Esta doxología (v. 16) está inspirada en un himno litúrgico
(1, 17). Abarca siete fórmulas de inspiración bíblica trasladadas al lenguaje
helenístico, contra todo culto rendido a hombres y toda pretensión de entender
el secreto de Dios. Dios tiene la plenitud del poder, es Señor de todo y está
por encima de todo lo caduco. No como el poder de los reyes y señores de este
mundo, aunque se intenta a veces divinizar su culto. Sólo Dios posee
inmortalidad y vive en la “región inaccesible de la luz”, ningún hombre
le puede conocer si la gracia de Dios no lo eleva a su luz.
- La oración concluye con
una alabanza al poder eterno e ilimitado de Dios, como si el
Apóstol sólo descansara en la “adoración a Dios”.
HOY EL RETO DEL AMOR ES LANZARTE A COMPARTIR CON AQUELLA PERSONA QUE CREES QUE SOLO TIENE FACHADA. Domingo, 29 - Septiembre - 2019
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HOY EL RETO DEL AMOR ES
LANZARTE A COMPARTIR CON AQUELLA PERSONA QUE CREES QUE SOLO TIENE FACHADA
Hola, buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que
pases un feliz día.
NO TE QUEDES EN LA FACHADA
Aunque parezca increíble... ¡hemos terminado el
calendario! Cuando exportábamos el PDF para enviarlo a la imprenta, me parecía
impensable que lo tuviéramos tan pronto... pero es que, con los meses que nos
vienen por delante... ¡era necesario!
Sin embargo, antes, decidimos imprimir una versión
casera por si era necesario corregir alguna errata, y para hacernos una idea de
cómo iba a quedar. El caso es que ahí sí que me sorprendió. Lo primero que me
surgió fue decir:
-Pero, Lety... esa portada... comparada con la vida que
tiene dentro... me parece un poco sosa, ¿no crees? (Es que la portada es
sencillamente la fachada de nuestro monasterio al óleo).
Y, entre Lety y Joane, se reían comentando:
-Es verdad, pero es lo mismo que sucede en la realidad: si sólo ves la fachada del monasterio, no te imaginas la Vida que hay dentro; sólo ves piedra, antigüedad... una “fachada”, pero, cuando te adentras en el interior... ¡la cosa cambia!
-Es verdad, pero es lo mismo que sucede en la realidad: si sólo ves la fachada del monasterio, no te imaginas la Vida que hay dentro; sólo ves piedra, antigüedad... una “fachada”, pero, cuando te adentras en el interior... ¡la cosa cambia!
¡Me convencieron en el momento! Y además me encantó la
parábola, porque es cierto, cuántas veces sucede que nos quedamos en la
“fachada” de una persona: que si es seria, o antipática, que parece tímido...
pero por la fachada no se conoce a nadie.
Todos podemos ser sorprendentes cuando nos abrimos a
compartir desde adentro. Nuestra fachada podrá ser de una forma o de otra, pero
lo que da vida a otro, lo que hace que nos encontremos entre nosotros, es
compartir lo que realmente llevamos en el corazón.
Cristo en su “fachada” era aparentemente sólo un hombre,
y sin embargo, todo el que se acercaba a Él, como mínimo se daba cuenta de que
era alguien muy especial, y nosotros sabemos que Él es Hombre y Dios. Y, del
mismo modo, Él nunca se hizo problema con la “fachada” de nadie, no tuvo reparo
en acercarse a los pecadores, a los enfermos, a los que los demás desechaban...
Cristo sabe que en cada fachada hay una puerta, y esa es
a la que Él llama continuamente para llenar de Vida todo el interior, para
llenar de Vida nuestro corazón.
Hoy el reto del amor es lanzarte a compartir con esa
persona que crees que sólo tiene fachada. Empieza hablando tú, abriendo tu
corazón, empatiza facilitando que también ella pueda abrirse. ¡En todos hay
mucho más de lo que vemos!
VIVE DE CRISTO
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¡Feliz día!
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