"Ventana abierta"
Los cinco minutos del Espíritu Santo
Mons. Víctor Manuel Fernández
"Espíritu
Santo, ven.
A veces
te imagino delicado como una paloma, tibio como un soplo de pura suavidad,
sereno y discreto como una caricia. Y eso es verdad.
Pero no
quiero olvidar que eres también el Dios todopoderoso, junto con el Padre y el
Hijo, lleno de poder ilimitado, capaz de crearlo todo y de destruirlo todo en
un instante, Dios altísimo, omnipotente y glorioso. Por eso invoco tu poder
divino y te pido que te hagas presente en mí con toda su potencia.
Ven
Espíritu divino, a destruir todo mal en mi ser, a aniquilar todo sentimiento de
odio o de venganza, todo egoísmo y toda vanidad absurda.
Ven a
reducir a cenizas mi orgullo que me lleva a sentirme diferente, superior,
elegido, especial. Ven para que reconozca mi tremenda pequeñez y mi oscura
debilidad, de manera que nunca más pretenda confiar en mi grandeza, y más bien
me arroje confiado a tu voluntad y a tu fuerza.
Ven,
todopoderoso, para que nunca más opte por la mentira, la apariencia o la
indiferencia. Ven para que de una vez por todas me decida a luchar y a morir
sólo por el bien, la verdad y la belleza.
Ven
Espíritu Santo.
Amén."
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